Crisis del Comunismo

Entre las más importantes novedades de la nueva política soviética, destacó a partir de 1989 la negativa de la URSS a intervenir en Europa del Este, a diferencia de épocas pasadas, en el desarrollo de los movimientos reformistas que pusieron fin a los gobiernos comunistas de Polonia, Hungría y Checoslovaquia y que culminaron en octubre de 1990 con la reunificación alemana. En 1991, el COMECON y el Pacto de Varsovia, dos de las piedras angulares de la política exterior soviética, fueron disueltos. Tampoco el comunismo soviético era inmune a las fuerzas que habían hundido a los regímenes de los países del Este. En febrero de 1990 y en un proceso de deterioro cada vez mayor de la economía soviética, el PCUS acordó ceder su monopolio político. En marzo, cuando Gorbachov era el presidente ejecutivo del país, grupos insurgentes lograron un significativo ascenso en las elecciones locales. Gorbachov había perdido considerable apoyo entre la población por su política interna. El 11 de marzo Lituania declaró su independencia, desafiando las sanciones impuestas por Moscú. Los grupos nacionalistas y los movimientos independentistas también actuaron en otras repúblicas y los estallidos de violencia étnica cada vez se hicieron más frecuentes. En noviembre, Gorbachov pretendió de nuevo ampliar sus poderes presidenciales para ejecutar sus reformas políticas y económicas.

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